Cada día nos bombardean con miles de sugerencias contradictorias: no pares de comer y siéntete genial, ¡pero no engordes! Lo curioso es que quede alguien cuerdo viviendo sumergido en tanta incongruencia. No obstante, los que aún no hemos perdido el juicio, nos hemos vuelto neuróticos, y la neurosis es suficiente para provocar un desorden en la alimentación. Las neurosis alimentarias se producen por esa represión de emociones contrapuestas y por la influencia de desequilibrios químicos internos. La confusión interna nos incita a refugiarnos aún más en la satisfacción, lo cual complica más el problema. ¿quién no ha sentido alguna vez la necesidad de llevarse un determinado alimento a la boca a pesar de tener el estómago lleno por haber comido hace poco? Aparece como un hambre física, pero realmente no lo es, es un apetito emocional que viene por la necesidad de dar placer a tu cuerpo como vía de escape ante cualquier situación desequilibrante, consciente o inconsciente.
Hay personas que debido a una frustración intensa se llenan de amargura y deciden obtener el dulzor de la vida a través de la comida, pueden hacerse adictos a los placeres de la mesa y eso no solo les repercute a nivel emocional sino también físico a través de la obesidad u otras enfermedades. El carácter se moldea según el tipo de alimentos que tomamos y según como los tomamos. El hombre es la única criatura que come cuando no tiene apetito y generalmente vive más para comer que come para vivir. Si comemos por llevar sabores a la lengua, ingerimos más de lo necesario, con lo que sufrimos de trastornos digestivos que descontrolan todos nuestros sistemas. La nutrición excesiva es tan mala, si no peor, que la falta de nutrición.
Sin olvidar que la tentación reprimida también puede ser peligrosa, no se trata de privarse de las cosas que el cuerpo te pide, sino poco a poco ir modificando hábitos que nos llevaran a un estado en el que el cuerpo de forma sabia solo nos pida lo que le es saludable y le hace sentir bien. La persona que está en armonía, come tan sólo para atender a su sustento: ni mucho ni poco. Considera su cuerpo como un lugar que debe cuidar y mantener por lo que evita la excesiva complacencia.
Nuestro objetivo debe ser la transformación personal y no el adelgazamiento. El adelgazamiento es una consecuencia de esta transformación que se produce automáticamente. A través de la alimentación consciente aprenderemos a desarrollar nuestro potencial, conocernos mejor y saber qué es lo que nuestro cuerpo necesita en cada momento absteniéndonos de deseos procedentes de emociones que no se sacian mediante del aparato digestivo.