Lo increíble de este camino del autoconocimiento es que nos abre puertas al camino espiritual, el cual pretende conseguir que nada externo a nosotros altere nuestra paz, estabilidad interna y verdadera naturaleza, siendo dueños de nosotros mismos.
Para ello necesitamos reprogramar nuestra mente que está llena de prejuicios y falsas creencias que nos condicionan en el momento de actuar en nuestro día a día. Si la interpretación de lo que nos ha sucedido nos acarrea malestar es que actuamos movidos por la ignorancia, sin embargo, si nos deja paz interna y nos trae armonía, no cabe duda que actuamos movidos por la sabiduría. Es pasar del victimismo a la responsabilidad, de la subjetividad a la objetividad que se consigue cuando miramos las cosas desde la paz interna que te permite ver la realidad.
Una vez reconectamos con nuestra esencia podemos ir más allá del condicionamiento sociocultural y abandonar la ruta considerada normal por la sociedad y transitar la natural en la que solo tú eres tu propio guía o referente. En este punto, comprendemos que todo lo que nos sucede en la vida es justo lo que necesitamos para nuestro propio desarrollo y aprender a ser felices por nosotros mismo aceptando y amando quién somos y quién son los demás porque todos somos lo mismo. Aprendemos a confiar en la vida y a dejar de querer cambiar la realidad para aceptarla, disfrutando de la vida, entendiendo que no es tanto donde vamos sino como vamos, llenos de amor y compasión por los que siguen luchando y sufriendo por estar identificados con su EGO.
Todo aquello que no aceptamos se nos repite en la vida una y otra vez hasta que comprendemos que la aceptación es lo que nos libera finalmente del sufrimiento. La aceptación no implica el resignarse o someterse, sino dejar de luchar y entrar en conflicto con el ego. Todos los seres humanos actúan lo mejor que pueden con la información que tienen por lo que no vale de nada pretender que alguien actúe de una determinada manera si desde su conocimiento no lo hace. Si reaccionamos de una forma negativa con nuestro entorno, solo conseguimos desencadenar un conflicto interno tan innecesario como carente de sentido.
No nos olvidemos que el camino espiritual no es algo que esté de moda o que el New Age haya inventado, sino que viene de las enseñanzas de grandes maestros como Buda, Jesús de Nazaret o Sócratres, así como la filosofía del hinduismo, del sufismo, del taoísmo, del yoga y del zen, entre otras, se refieren a lo mismo, aunque cada una a su manera por su condicionamiento sociocultural de la época.
Pero ojo con el Ego espiritual, qué también nos aparecerá, no se trata de obsesionarse por alcanzar nada en concreto, sino de disfrutar dando pasos conscientemente. El camino por la senda espiritual ya es la meta en sí. Se trata de un proceso individual que aflora desde el interior. No es posible comprenderlo hasta que no se haya experimentado, pero a sí mismo, tampoco es posible experimentarlo hasta que no se haya comprendido. Frente a esta paradoja, lo recomendable es mantener una postura abierta y humilde, basada en el reconocimiento de que todavía no se sabe, pero se quiere aprender. El verdadero escéptico, es el que explora hasta que vive la experiencia por sí mismo. De ahí, la importancia de que no nos creamos nada de lo que nos dicen siendo la experiencia personal la única que nos libera.
La verdad es todo lo que nos llena el corazón de amor, paz y armoníoa. Todo lo demás son mentiras creadas por nuestra mente ignorante. La mejor actitud en cada momento es la que haría el Amor frente a esa situación.
En el arte de reconectar queremos acompañarte en este proceso de desarrollo personal y camino espiritual, evolucionando hacia la conciencia a través del yoga, meditación y coaching.