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Todo es como tiene que ser


Ser feliz, ser positivo, ser exitoso, estar despierto, iluminado. Seguir la dieta perfecta, tener una gran vida social, estar en forma, escalar en tu carrera profesional, seguir la moda, entrar en los cánones de belleza, ser tu yo más perfecto, atraer un millón de seguidores, ser influencer... Vivir una vida donde todo es alegría, sin sufrimiento, sin dolor, sin miedo, sin tristeza, sin confusión. Encontrar el hombre perfecto, formar una familia y vivir felices por siempre. Este sueño tan idílico que nos han enseñado, está literalmente ahogando nuestras vidas, porque no es real.

Nuestra alma, nuestra verdadera naturaleza, no tiene ningún interés en vivir este ideal por bonito que nos parezca. Su rabia hierve desde lo más profundo, debajo de todas las capas que nos hemos creado, con ánimo de ser escuchada, de dejar salir la autenticidad, la verdad. La vida perfecta no es humana. La búsqueda de la felicidad eterna solo nos vuelve depresivos, ansiosos, adictos, alimenta la culpa y sentimientos de despreció y fracaso. Esta lucha constante nos agota y nos acabará haciéndonos caer de rodillas a la rendición si no acaba antes con nosotros. Es demasiado trabajo para nuestro organismo ser perfectos todo el tiempo. Nuestro inconsciente no puede sostener esta m brota que nos vendemos y necesita descanso. O nos agotamos y nos perdemos en una depresión o nos vamos más allá para mantenernos ocupados, anestesiados, en movimiento en cualquier caso. Todo con tal de parar a escucharnos, de no afrontar el coraje de mirar dentro tomando la responsabilidad de nuestras vidas.

Pensar que solo puede existir la felicidad nos hace infelices, hay que dejar espacio para nuestra otra polaridad, la oscuridad. Dejar espacio a la pena, el enfado, el miedo, la soledad, ellos también forman parte de ti, de la experiencia humana. Deja que aflore lo que tenga que aflorar sin tratar de taparlo por mantener la imagen ideal. Desvelar tus velos quizás te haga temblar de miedo, te haga perder amigos, trabajos, seguidores en las redes sociales. Esas emociones y pensamientos que nos empeñamos en tapar son grandes maestros y fuentes de inspiración. Sin dar espacio al lado oscuro no hay balance.


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